El desafío de recuperar la capacidad de crecer
Hermann González Economista Principal BBVA Research
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Hermann González
Cada año un selecto grupo de economistas participa en la consulta que hace el Ministerio de Hacienda respecto de los insumos para la estimación del crecimiento tendencial de la economía chilena. Estas estimaciones, junto con la proyección del precio del cobre para los próximos diez años y la meta de balance estructural, son fundamentales para la determinación de los espacios de crecimiento del gasto público.
Hace solo cuatro años, en la consulta de 2013, los expertos proyectaban que el crecimiento tendencial se ubicaba en torno a 4,8%, pero desde entonces, año a año las estimaciones se han ido ajustando a la baja hasta llegar al 2,6% de la última consulta.
En régimen, cada punto de menor crecimiento se traduce en cerca de US$ 600 millones de menores ingresos fiscales. Afortunadamente, para efectos del presupuesto 2018, el impacto del ajuste a la baja en el PIB de tendencia será contrarrestado casi totalmente por la corrección al alza en el precio de referencia del cobre, una variable que escapa de las decisiones político-económicas que se tomen en Chile y depende más bien de condiciones externas vinculadas al balance global de la industria y la evolución del dólar en los mercados internacionales.
Cuatro años consecutivos de caída de la inversión y cinco consecutivos de baja en la productividad han tenido efectos no deseados sobre la economía, limitando no solo el crecimiento efectivo, sino también el tendencial. El mayor impacto de este ajuste lo está sintiendo la población más vulnerable, la que depende más del gasto público vía subsidios y transferencias y la que hace un uso más intensivo de los servicios del Estado en salud, educación y pensiones. A modo de ejemplo, una mayor capacidad de crecimiento de mediano plazo haría más factible financiar mejores pensiones básicas con ingresos generales de la nación, sin deteriorar las cuentas fiscales y sin generar distorsiones en el mercado laboral, como sería el caso con la introducción de un impuesto al trabajo.
Hacia delante, los expertos anticipan una paulatina recuperación del crecimiento tendencial, pero señalan que para que esto ocurra será necesario que la productividad y la inversión vuelvan a crecer a partir de 2018. Recuperar la capacidad de crecer es fundamental y debe ser una prioridad para el próximo gobierno. Esto requerirá mejorar los incentivos y el ambiente de negocios para que las empresas vuelvan a invertir, pero también será necesario que se tomen medidas tanto para incentivar una mayor participación de la mujer en la fuerza de trabajo, como para mejorar la productividad.
Aumentar la productividad pasa, a nivel de las empresas, por generar una cultura de mejora permanente en la gestión de procesos y de continua incorporación de los cambios tecnológicos. En materia de políticas públicas, el foco debe estar en incentivar la competencia, reducir la burocracia, mejorar la eficiencia de los sistemas logísticos y reducir los tiempos de aprobación o rechazo de proyectos. También es prioritario promover y generar nuevos incentivos para el desarrollo de inversión en infraestructura productiva, capital humano y en investigación y desarrollo. El diagnóstico es claro y conocido por todos, ahora es tiempo de poner manos a la obra.